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¿Sabes lo que habla tu hijo por Whatsapp?

7 marzo, 2015
Las denuncias por grooming (acoso sexual por Internet) aumentaron un 400% en los últimos dos años. Los menores están expuestos también a otros riesgos, como el sexting o el ciberbullying.

Si la respuesta a esta pregunta es “no sé” o “creo que lo sé”, vamos mal. “Cuando tienes esas dudas, algo está fallando en tu relación con tus hijos con respecto al uso de la tecnología”, advierte el policía Oliver Tauste.

Tauste trabaja en el grupo de delitos cibernéticos de la Policía Nacional Española. Él y el responsable de dicha unidad, Perez Cervantes, publicaron el libro Tranki pap@s. Por su trabajo, veían como “día a día menores se meten en problemas por Internet”, por lo que se lanzaron a explicar el uso de la tecnología a adultos y niños para evitar el grooming, sexting o el ciberbullying.

Las víctimas son adolescentes que “están en pleno despertar sexual”, advierte el subcomisario Cristián González. Los agresores buscan menores no supervisados, simulan tener su edad y, cuando obtienen material fotográfico comprometido, llega la etapa de extorsión.

SEXTING Y CIBERBULLYING

Según detalló un estudio de la Fundación Telefónica, el 92% de los niños y jóvenes de entre 10 y 18 años tienen celular. Pero este mismo estudio señala que uno de cada dos chicos recibe llamadas o mensajes de desconocidos, el 15% recibió contenido obsceno y el 19% usó el celular para ofender.

Por ello no tardarán en convertirse en recurrentes palabras como sexting o ciberbullying. En el primero, el menor se toma una foto en una situación sexual y él mismo la envía; sin pensar que esa imagen pasa a ser pública, se pierde el control sobre ella, y puede ser replicada en cientos de smartphones (conocidos o no).

El ciberbullying, por su parte, tiene un “efecto más potente” cuando se produce por WhatsApp que el “acoso de toda la vida”, explica Tauste, porque “la difusión es mayor y la expansión es viral”. La inmediatez y su facilidad de uso conforman una bomba de relojería.

Hay que tener en cuenta que se pueden compartir “fotos, vídeo, audio y hasta la propia localización” de la casa o el colegio, apunta el experto en tecnología de la Universidad Mayor, Jorge Pavez, “y esa otra persona puede hacer un mal uso de esa información”.

WHATSAPP, ¿A QUÉ EDAD?

Depende. Concluyen todos los entrevistados. De la madurez del niño y del control que sus padres ejercen sobre el celular de los hijos. Tienen que tener la confianza para acceder a sus contenidos, pues, a veces, las denuncias no llegan a la comisaría, pero el daño se produjo.

“Es difícil para los niños revelar la situación y buscar ayuda, ya que se encuentran coaccionados por el agresor”, explica la directora clínica de Psicología de la Universidad Diego Portales, Lorena Contreras. Pero hay síntomas que pueden despertar las alarmas: “malestares somáticos (dolores de cabeza, de estómago, vómitos), dificultades para dormir, marcada disminución o aumento repentino del apetito, ansiedad, labilidad emocional, baja autoestima, desconcentración”, detalla la especialista.

Si el daño es más profundo, los síntomas se agravan: ideación suicida, cuadros depresivos, estrés postraumático.

¿CÓMO CONTROLAR Y PREVENIR?

 “Lamentablemente, no hay aplicaciones para controlarlo”, señala el experto en tecnología de la Universidad Mayor, Jorge Pavez. No hay varitas mágicas. Se pueden “poner algunas limitaciones en el celular, pero (los niños) te van a exigir WhatsApp”.

La información que compartimos por este servicio no queda registrada en ningún servidor, “por eso cuando formateamos el terminal perdemos las conversaciones”, explica Pavez. Lo que no quita para que se queden guardadas en el resto de celulares con los que se compartieron.

Pero no se trata de demonizar la tecnología ni de alejarse de ella, pues provoca el efecto inverso. Todos los especialistas de las diversas áreas concluyen en que la solución es aprender a usarlas.

“Educarlos para que sepan proteger su información personal”, señala la psicóloga, que conozcan sus posibilidades y “los riesgos que acarrean”, además de “aprender a recurrir a los adultos”.

Tauste recomienda también tener horarios. “Que se apague a la hora de dormir, que no se lleve al colegio, que no haya comunicación con alguien desconocido”.

Además, es fundamental que los padres aprendan a usar Internet y las nuevas tecnologías, para que sepan a qué se están enfrentando. “Es difícil poner puertas al campo”, dice Tauste en referencia a la legislación en redes sociales, donde “queda mucho por hacer”. Por lo que la seguridad cibernética, “debe ser asumida de manera doméstica”, y empieza en la casa y el colegio.