Continuamos con nuestra guía por entregas sobre cómo construir nuestra propia PC. En el último capítulo hemos terminado de conectar todos los elementos de hardware, hemos pulsado el botón de arranque y, contra todo pronóstico, ha funcionado a la primera. Estamos en la BIOS, y es el momento de dotar a nuestro equipo de un sistema operativo.
Recopila todos los drivers y algún que otro software
Suena algo extrañoa, pero esta primera misión nos puede sacar de más de un lío. Para empezar, busca una computadora que funcione y que esté conectada a Internet (no el que estás montando), y elabora una lista con todos los componentes que has instalado en el equipo que acabas de montar (Placa base, tarjeta gráfica, procesador, unidades de disco, otros periféricos como monitor, teclado y ratón…). Se cuidadoso y apunta su marca, nombre y modelo exactos.
A continuación busca en Internet la última versión del firmware, drivers o aplicaciones asociadas de cada uno para el sistema operativo que vayas a utilizar. No es complicado. En la mayor parte de los casos basta con acudir a la página web del fabricante y entrar en la sección de descargas y casi siempre cada componente traerá su CD/DVD con los controladores correspondientes, aunque no e su versión mas reciente. Cuando tengas todo, ponlo en una memoria USB o en un disco DVD y añade lo siguiente:
- Un programa capaz de descomprimir archivos .ZIP y .RAR. Windows 8 trabaja con archivos comprimidos en ZIP, pero no en RAR. Hay muchas posibilidades de que vayas a necesitar el segundo en algún momento de la instalación. WinRAR es uno de los mejores, y su versión de prueba funciona durante 40 días.
- Un visor de archivos PDF. El oficial de Adobe puede valer. Te será útil cuando descomprimas ese archivo de controladores que estaba en RAR y descubras que las instrucciones están en un bonito PDF.
- Añade los archivos de instalación más recientes de cualquier aplicación que uses habitualmente como el navegador Chrome, Evernote, el reproductor de vídeo VLC, … Lo que sea que uses con más frecuencia y esté disponible online.
¿Por qué tomarnos tantas molestias? No será la primera vez ni la última que ponemos en un equipo nuevo un disco que supuestamente trae los drivers, y lo único que el fabricante ha grabado en él es una versión electrónica del manual. Tampoco será la última vez que, por motivos que escapan a nuestra comprensión, hay una parte de la placa que no se acaba de configurar bien después de haber instalado el sistema operativo. Si resulta que esa parte tiene que ver con la conectividad de Windows, te alegrarás de tener todo disponible offline.
Eligue el sistema operativo
De nuevo, parece otra tontería, pero no lo es tanto cuando buscamos aquella copia de Windows o Ubuntu que teníamos guardada y no recordamos donde la pusimos. Eso cuando no descubrimos que ese disco original que teníamos de Windows 8, en realidad era solo para actualizar equipos, no para hacer instalaciones desde cero.
En caso de que no tengas una copia física de Windows 8, pero sí que tengas una anterior, como Windows 7, es posible hacer un DVD o USB de actualización. Para ello necesitas, eso sí, una licencia que funcione, obviamente. El proceso es el siguiente:
- Descarga el archivo de instalación de Windows 8 dese la web oficial de Microsoft y ejecútalo. Puedes hacerlo en cualquier equipo mientras sea Windows.
- Introduce el numero de licencia cuando te lo pida.
- Una vez llegues a esta pantalla, selecciona la opción Instalar Crear Medios de Instalación (Install by Creating Media).
- El programa te dará la opción de elegir entre una unidad flash (un USB) o crear un archivo ISO con el que podrás grabar un DVD mediante cualquier aplicación de grabación como ImgBurn.
Es importante tener en cuenta que el disco o USB de instalación que se crea es solo de 32-bit o de 64.bit. Podemos elegir la opción que queramos, pero no incluye las dos. Insistimos en que este procedimiento solo es válido si disponemos ya de un disco de Windows 7 (por ejemplo) para instalar.
Si lo que tienes es un archivo ISO con Windows 8 (no preguntaremos de dónde lo has sacado), pero tu equipo no tiene unidad de DVD o Blu-Ray, lo que necesitas es ponerla en una unidad USB ejecutable. Para ello puedes utilizar esta aplicación llamada Windows USB/DVD Download Tool. Hay muchas otras similares. Unetbootin es otra de ellas, y tiene versiones para Windows y Linux.
El procedimiento
Como comentábamos en el capítulo anterior de la guía, cuando arrancamos un equipo sin sistema operativo, lo único que carga es la BIOS, y esta revisa sus unidades de disco en un orden predeterminado que generalmente empieza por el disco duro. Necesitamos que el ordenador inicie desde el USB (o desde el lector de DVD).
La manera de hacer esto es entrando desde la BIOS. Para acceder a ella hay que pulsar una tecla durante el arranque que depende de cada placa. A veces es Del, otras F2, F8 o F11. Una vez dentro de la BIOS hay que buscar una opción llamada Orden de Arranque, Boot order, Disk Priority o similar. La reconoceremos porque, al entrar, nos ofrece una lista de las unidades activas. Solo hay que seguir las instrucciones en cada caso y poner la unidad que nos interese de primera. Para ello, por cierto, es mejor tener la memoria USB ya enchufada al equipo.
Una vez cambiemos el orden, basta con guardar los cambios y reiniciar. El asistente de instalación del sistema operativo se encargará del resto.
Unidades de disco con Windows 8 instalado
Si por alguna peregrina razón estas tratando de instalar Windows 8 de cero sobre un disco que ya tiene Windows 8, puede surgir un problema, que la copia de Windows 8 interfiera con la selección de una unidad diferente. Para solucionarlo basta con entrar en la BIOS, desactivar la opción Arranque Seguro (Secure Boot), y cambiar la opción Arranque UEFI (UEFI Boot) a Arranque CDM (CSM Boot). La localización de esas opciones depende de la placa. Toca buscar un poco.
¿Drivers de Windows o del fabricante?
Como suele decirse: “Los resultados suelen variar”. A mi me ha pasado de todo, desde dispositivos que Windows 8 se niega a reconocer, hasta dispositivos que funcionaban perfectamente con el driver nativo de Windows para comenzar a dar problemas cuando se me ocurrió instalar el del fabricante.
En líneas generales, aplica aquello de: si algo funciona, no lo toques. La única excepción a esto es que quieras instalar un driver determinado del fabricante porque su aplicación es el único que te permite hacer ajustes finos en el rendimiento de determinadas funciones de la placa. Hablaremos de todo ello en la quinta y última entrega de este especial. Hasta entonces.
[Vía: gizmodo.com]