La propagación de aparatos que se conectan a Internet en los últimos años ha sido muy alta. Si bien antes sólo teníamos una computadora en casa con acceso a la red, esta situación ha cambiado radicalmente en poco tiempo. Ahora, un hogar puede llegar a tener multitud de dispositivos que se conectan a Internet y que podemos utilizar para acceder a contenido. PC, televisiones, teléfonos móviles inteligentes, videoconsolas o tabletas, todos usan la conexión WiFi.
Uno de los usos más comunes de estos aparatos es la reproducción de contenido multimedia. Si hace unos años teníamos que ir al videoclub para ver cine en casa, hoy la situación es completamente diferente. Internet provee multitud de contenido audiovisual a nuestros aparatos, a través de descargas legales o de pago, o ilegales.
Sea como fuere la descarga, el hecho es que acumulamos una gran cantidad de información en nuestros dispositivos. Los discos de tus dispositivos están al tope, y muchos recurren a discos externos que les permitan seguir acumulando contenido. El problema es que los archivos empiezan a desperdigarse en multitud de discos, muchos de los cuales no son accesibles desde algunos dispositivos. Además, las tabletas o los móviles no cuentan con gran cantidad de almacenamiento, por lo que siempre están pendientes de un hilo en este sentido.
Todo parece indicar que el futuro del almacenamiento está en la nube. Diferentes servicios de almacenamiento “cloud” ya están disponibles, y algunos de ellos de manera gratuita. Google Drive, Dropbox, o iCloud (el cual fue para los usuarios de Apple por un tiempo y ahora es para todos), son los más conocidos.
No obstante, estos sistemas tienen dos desventajas fundamentales. Por una parte, el espacio que ofrecen es bastante reducido, especialmente si optamos por las soluciones que no nos cuestan dinero. Utilizar estos servicios no es, hoy por hoy, una alternativa para guardar todos nuestros archivos. Además, a muchos usuarios no les hace demasiada gracia la idea de que todos sus datos estén en un servidor a miles de kilómetros de distancia y controlados por otras manos.
Aun así, las ventajas también son muy grandes. Con una almacenamiento en la nube, podemos acceder a nuestros datos desde cualquier dispositivo que cuente con conexión a Internet. De esta manera, nos olvidamos del problema de buscar un archivo entre distintos dispositivos.
La solución que perfilan las grandes empresas de almacenamiento es un paso intermedio entre que los datos estén en casa o en la nube. Se llama NAS, y básicamente consiste en instalar un servidor en casa con gran capacidad de almacenamiento y conectado a la red.
Puede parecer muy complicado, entre otras cosas por que la palabra “servidor” suena a chino para muchos usuarios. Pero la idea es bastante sencilla. Se compra una carcasa NAS que tiene capacidad para conectarse a Internet. En ella, colocamos uno, dos, o los discos duros que queramos. Dependerá de nuestras necesidades y del dinero que nos queramos gastar. Configuramos los permisos adecuados, y ya tenemos toda la información disponible para nuestros equipos. Con los datos en casa, una acceso seguro y gran capacidad de almacenamiento. Este es el concepto de “nube privada”.
El coste de esta solución no es demasiado elevada. El precio de los discos duros no va a descender en los próximos meses, según indicaban fuentes de Western Digital, una de las empresas más potentes en este sector. Lo que si puede bajar algo es el precio de las carcasas NAS, el otro elemento implicado.
Hoy por hoy, una de estas carcasas cuesta entre 100 y 200 dolares, dependiendo de sus prestaciones. El precio de un disco duro NAS ronda los 100 dolares para 1 TB, y unos 200 para el de 3 TB. Además, hay que tener en cuenta que este sistema requiere una buena conexión a Internet en casa. En nuestro país, no gozamos de las mejores conexiones, pero parece que la situación va a cambiar en los próximos años, por lo que este sistema de almacenamiento se postula como una opción muy interesante.